sábado, 12 de septiembre de 2009

Yang Huanyi había muerto

"Y si por algo es triste la lluvia que no llueve será porque es la lluvia condenada a ser nieve"

José Ángel Buesa



Cierro mi paraguas amarillo y me siento en un sillón. No para de llover. Pero no me refiero a que hoy no para de llover, sino a que realmente no para de llover. En la mesa de al lado de la cafetería Mr. Brown de la calle Muzha hay una familia tipo, y con familia tipo me refiero a padre, madre y un hijo varón. El hijo tiene unos seis años, sin embargo los padres podrían ser abuelos jóvenes. Con familia tipo también me refiero a que el padre está en su mundo, leyendo el diario, pensando, mirando hacia el horizonte, y la madre atendiendo a su hijo, dándole de comer y beber lo que sería un desayuno; sin embargo es extraño, dado que son las 11am y deberían estar almorzando. O tal vez por ser domingo se dan el lujo de desordenar su agenda alimenticia.

Una mujer de unos sesenta años se para en la puerta de la cafetería y mira hacia adentro, como queriendo entrar. Al cabo de unos segundos se da cuenta que la puerta no se abrirá sola, así que comienza a mirar la puerta. Es una puerta grande, vidriada, de rebatir, con un manijón de aproximadamente dos metros y medio. A la altura del pecho un pequeño cartel indica "push"*, así que la señora procede a presionar el cartel. Sin embargo nada sucede. Vuelve a presionarlo y recibe la misma respuesta por parte de la puerta. Nada. Una persona aparece por detrás, y con cariño le enseña a empujar la puerta para entrar. Estos jóvenes de hoy... se creen que todo es automático, ah no!... un momento... era una señora de sesenta años!

En Taipei uno puede quedarse el tiempo que quiera en las cafeterías, se puede comprar un café de $5 y quedarse toda la tarde sin que a uno lo echen o lo miren mal siquiera. A los veinte minutos de estar estudiando para el examen de mañana llegan una mujer y su hija, se acercan a la

mesa de al lado y hablan con la pareja y el hijo. Seguramente estaban esperándolos. El episodio que se desata a continuación sería un banquete para Lisa See, la famosa escritora francesa criada en el seno de una familia de origen chino. La pequeña que entra en escena camina timidamente detrás de su madre, con aspecto de cansancio y desaprobación. La madre se agacha a la altura de los asientos de los otros padres y la niña se le sube a su espalda y se recuesta. La madre, luego de sonreir, la sienta en el asiento contiguo al del niño, y se despide de esta, mientras la mujer camina lentamente hacia la puerta, el brazo de la niña lentamente se estira hasta que la distancia hace que su pequeña mano suelte la de su madre. Cuando sale de la cafetería, la señora de la mesa lleva a la niña hacia el mostrador y la hace elegir una bebida y un plato. Mientras comen, el padre se despide con un dejo de decepción y los dos niños quedan con la señora. La pequeña niña de a poco entra en confianza y luego de reir varias veces, toman sus cosas y se marchan.

Vuelvo a levantar la cabeza y las chicas me sonrien desde detrás de la barra. Creen que yo también he comprendido todo. Vuelvo a mirar hacia mi derecha y compruebo que no para de llover. Y ya no estoy seguro que no me sigo refiriendo a que hoy no parará de llover.






* En Taiwán todos los comercios tienen puertas automáticas, y los que no, tienen un botón plástico que al presionarlo se abre la puerta automáticamente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno veo que empezaste a escribir aca. copet, al menos sabemos de tus aventuras en oriente.
Veo que no dejas de estar atento a esas cosas cotidianas de la vida ten intrigantes para uno, y tan tiernas por momentos.
Seguí asi, voy a continuar tus pasos por aca.
un abrazo enorme.
DAM (PITCHU)

leeloo dijo...

Gracias ^^

Igualmente cuando publique algo acá se actualiza automáticamente en mi facebook, asi que lo vas a poder ver

=)