martes, 6 de septiembre de 2011

El infierno otra vez

“Los argentinos son italianos que hablan en español. Pretenden sueldos norteamericanos y vivir como ingleses. Dicen discursos franceses y votan como senegales. Piensan como zurdos y viven como burgueses. Alaban el emprendimiento canadiense y tienen una organización boliviana. Admiran el orden suizo y practican un desorden tunecino. Son un misterio.”
Julián Marías – Filósofo español.



Después de varias veces de hacer tu camino a la oficina, ya empieza a parecerte cerca. Digo esto solamente porque quiero que entiendas que volar 36 horas no es tan grave luego de haberlo hecho unas siete veces. Ya te acostumbrás, le encontrás la vuelta, no te molesta.

El tema es el siempre el destino, y por segunda vez me toca llegar a mi destino mas despreciado: Hong Kong. Hay gente a la que le encanta, que siempre que pasa quiere parar para visitar; esa gente me ha contado de lugares para visitar, cosas para hacer, comidas que probar, y yo simplemente lo detesto. No tolero un minuto en la ciudad. Y si, no es fácil explicar algunos sentimientos.

Argentina es un país 90% amalgamado culturalmente. Nosotros los argentinos podemos clamar una ciudadanía propia, pero no tenemos una etnia que nos distinga como tales ni tampoco damos crédito a nuestras raíces. Yo por ejemplo debería presentarme como Leo, argentino, 100% de familia italiana, y asi la gente podría decir que es 100% española, ó 50 y 50, ó lo que sea que sean, pero no, todos creemos que el haber nacido en Argentina nos da también un título racial.
Por otro lado, con un 75% de amalgamiento, en Singapur las etnias son bien diferenciadas, donde los chinos tienen el mayor nivel, los malayos clase media baja y los indios siendo la clase obrera. Para un malayo sería casi imposible casarse con una china, y los indios ni siquiera lo piensan. Y aunque sean singapurenses, todos mantienen su ideología cultural propia.

Pero en Hong Kong es diferente. Las culturas no conviven. Vos podés ver a los hongkoineses en traje yendo a trabajar, a los árabes de arbolito, los indios queriéndote vender relojes imitación y los negros ofreciéndote hostels. Y aunque entre ellos no se relacionan, todos tienen relación con otro grupo cultural, un grupo que sólo en éste extraño lugar se convierte en una etnia: los turistas.

Los turistas somos la clase más baja en éste país. Somos a quienes los hongkoineses esquivan como basura y no dan ninguna ayudan ni dan una mano para nada. Todos ellos hablan perfecto inglés y mandarín, pero aún así se comunican en cantonés y se hacen los que no entienden cuando un turista les habla. Los comerciantes siempre tratando de sacarte una moneda más. En un lugar algo cuesta 150HK$ y en la casa de al lado cuesta 750HK$, ninguno de los dos tiene el producto que solicitaste (“te lo traigo en 15 minutos”), pero aún así ya te empiezan a regatear por el precio de algo que ni siquiera podés ver o tocar. Los hostels publican un precio en internet, pero si vas directamente el precio se puede duplicar o hasta triplicar, dependiendo de lo aburrida que esté la dueña y las ganas que tenga de regatear para pasar el rato. Y si uno se queja de que las cosas no son iguales para diferentes personas, bueno, en éste lugar las cosas no son iguales ni siquiera para uno mismo, uno puede adquirir algo en un lugar, y a la hora volver y recibir la peor atención del mundo. Y la romanización del chino está toda en cantonés... para quién?? Para los hongkoineses? Ellos no lo necesitan romanizado! Por dios... usen Pinyin como todo el mundo!. Todo esto y mucho más, junto en Hong Kong para su deleite. Llame Ya!.

Pero no quiero ser fatalista, claro que también tiene algo bueno. Uno puede tomarse el subte sin problema, dirigirse a la estación HongHom y hacer combinación hacia la estación Lo Wu, y en menos de 45 minutos usted podrá entrar en China y relajarse. Bueno, tampoco se relaje mucho, porque lo pueden pasar por arriba.

No hay comentarios: