miércoles, 2 de febrero de 2011

Cuando los amigos son descartables, el mundo es un Klenex

T03E03


Esas dos inquietudes agravaron mi ya vieja misantropía. Me quedaban unos amigos; dejé de verlos.
Jorge Luis Borges – El libro de arena

Vi a otros amigos volar; por la mañana él también, cual mis anhelos, volará
Edgar Allan Poe – El Cuervo



Sé que rompí la promesa de una nota cada dos días, pero también sé que nadie lo creyó. Y aunque odio las excusas, la verdad es que al cambiar tan rápido de ciudades y países tuve la necesidad de tomarme un tiempo para sentir los cambios. (Una buena excusa es también que las netbook no sirven para ponerse a escribir)

Mi minivan llega a Kuala Lumpur a las 5am de un lunes. Obscuridad total, desconcierto, el taxi no encuentra el hotel y me dice: bueno, debe ser por acá cerca, bajate y caminá. Para mi sorpresa la numeración es alarmantemente escasa, pero luego de 20 minutos de “safari”, esquivando ofertas de sexo y otras cosas varias, logro dar con el hotelsucho de cuarta. Entro y el conserje me dice: ¿Cuál es tu nombre? No, no sé. Dejá la valija acá y volvete tipo 11am. Genial, casi 6am, casi sin dormir, casi sin guita local, lo único que puedo hacer es ir a hacer la cola para subir a las torres Petronas.

Paro un taxi y le digo que me lleve, me dice que no, que camine… y me señala la dirección. Entro a caminar, otra vez, y 20 minutos más tarde doy con las torres. Todavía totalmente de noche. Los de seguridad me dicen que los lunes no abre. SHIT. Me voy a un café, me pido un cappuccino y me siento a ver como amanece, y la gente empieza a aparecer, yendo a sus trabajos. Lunes otra vez para ellos.

KL es una ciudad, literalmente, entre Singapur y Tailandia. No es tan cosmopolita como el primero, ni tiene una cultura tan arraigada como el segundo. La gente es una mezcla de indonesios con indios, pero también con una gran influencia china. Las líneas de monorriel, subte y trenes son todas empresas privadas, así que para hacer combinación uno tiene que salir, caminar y subir al otro, obviamente pagando otra vez.

En mi primer viaje en monorriel hacia las cuevas Batu veo, desde mi asiento, subir a un chico con rasgos occidentales. No es que ahora me hago el oriental y digo que los occidentales son todos iguales, pero su gran parecido con Manuel Delmestro (un profesor de italiano que conocí en Taiwán) es alarmante. Tanto que tomo mi cámara y con disimulo me dispongo a tomarle una foto. Y cuando la asciendo hacia mi cara para encuadrar, él sube la mirada, me mira, yo lo miro, y él me dice: ¿Qué hacés acá Leo?. Yo no lo sabía, pero él también estaba de mochilero, y había tomado el tren que lo llevaba al aeropuerto con destino Indonesia. Una coincidencia extrema.

¿Estás pensando que el mundo es un pañuelo? Antes dejame agregar que cuando estaba haciendo el check-out de ése hotel para dirigirme a Penang, un coreano desde mi espalda me habla en chino, aludiendo conocerme de la universidad Shida en Taipéi. Yo le seguí la corriente, pero sinceramente, los asiáticos son todos iguales.

No hay comentarios: